Ramon Agirre (Donostia, 1954) ha alternado la televisión, el teatro, el cine y la poesía. En su extensa filmografía encontramos películas como «27 horas», «Frío sol de invierno» y «Aupa Etxebeste!». En la actualidad se encuentra rodando la última película de Michael Haneke «Amour», y comparte escenario junto a Inazio Tolosa en «Xentimorik gabe...!!!!!». No suele resultar muy frecuente que un actor hable largo y tendido acerca del proyecto en el que todavía está embarcado. Por fortuna, también se suelen dar otro tipo de circunstancias diferentes que nos permiten saber de cerca cómo son los engranajes de un proyecto que todavía se está gestando. El actor Ramon Agirre se encuentra actualmente rodando a las órdenes del prestigioso cineasta germano-austríaco Michael Haneke la película «Amour» y, aprovechando un impás del rodaje que se está llevando a cabo en París, subvierte esta norma y desvela para GARA algunos secretos de esta esperada producción y nos aporta sus impresiones acerca de esta experiencia.
`Amour' es una de esas sorpresas que te depara el oficio de actor.
¿Es «Amour» uno de sus proyectos más importantes?
Lo cierto es que, en cuanto a interés artístico, no figura entre mis proyectos más importantes. A nivel personal creo que he hecho cosas más interesantes. Pero no cabe duda de que se trata de un auténtico caramelo. De vez en cuando, en nuestra profesión suele ocurrir que, debido a una serie de circunstancias, tropiezas con un proyecto que no tiene nada que ver con lo que habías hecho hasta entonces y este proyecto, en concreto, figura entre esas pequeñas sorpresas que te suele deparar el oficio.
¿Cómo es su personaje?
Es un papel secundario. Toda la obra gira en torno al personaje de Trintignant. Yo y mi compañera de reparto, una actriz portuguesa muy conocida que se llama Rita Blanco, damos vida a un matrimonio que comparte amistad con los protagonistas.
Si hacemos un repaso a la filmografía de Michael Haneke, descubrimos que es un cineasta dotado de un discurso muy personal y, en momentos, muy extremo, lo cual nos lleva a tener la idea preconcebida de que puede tratarse de una persona de trato extremadamente complejo. ¿Cómo fue su primer encuentro?
Lo cierto es que no me había hecho una idea aproximada de cómo podía ser él en persona. Pero sorprende por lo afable que es en su trato. Cuando ves sus películas, parece que detrás de la cámara hay una persona atormentada y de carácter muy seco. Pero es todo lo contrario, siempre está sonriente, es elegante, un seductor nato. Es muy meticuloso, recuerdo que se acercó a mí y, mientras me arrugaba la camisa, decía: `Así está mejor'. Visto cómo es él (ríe), no sé por qué hace ese tipo de películas...
El gran éxito internacional que logró con su anterior filme -«La cinta blanca»- lo sitúa en su mejor momento creativo.
Yo soy un cinéfilo normal. Había visto tres películas suyas y la primera fue «Caché». La vi porque en ella estaba un actor que me encanta, Daniel Auteuil. No soy alguien que se fije en exceso en los directores, prefiero seguir de cerca la labor de los actores, quizás por que yo también lo soy. Pero sí es cierto que, ahora mismo, Haneke está viviendo un momento creativo muy interesante, y el éxito de «La cinta blanca» hará que ésta, su siguiente película, sea seguida con mayor rigurosidad.
En ese sentido, para usted resultará más interesante compartir planos con Jean-Louis Trintignant que saber que detrás de la cámara está Haneke.
A mí me ha impresionado mucho Trintignant. No soy nada mitómano, pero Trintignant es otra cosa, algo muy especial. Tenía muchas ganas de conocerlo, de verle y de darle la mano. Entre otras cosas porque a mi madre, al igual que muchas mujeres de su generación, siempre le ha encantado. En casa, para nosotros era `El Trinti'. Teníamos un trato muy especial con él cada vez que lo veíamos en una película. Yo siempre lo imagino con gabardina y corriendo. Siempre huía, escapando de alguien. Es una lástima que hoy en día generaciones menores de cuarenta años ya apenas lo recuerden. Antes de participar en esta película, llevaba dieciocho años sin rodar. Estuvo muy castigado tras el asesinato de su hija Marie. A pesar de estas trágicas circunstancias y de que ya ha cumplido los ochenta años, se encuentra en plena forma.
¿Y qué se siente cuando se le da una réplica a un actor como Trintignant?
Me he sentido muy a gusto. Es una persona muy cálida y cercana, al igual que su personaje. Mantiene esa sonrisa tan especial que siempre lo ha definido. La gente le quiere mucho. Cuando Monsieur Trintignant aparecía en el set de rodaje, todo el mundo estaba muy pendiente de él. En el Estado francés es una especie de mito viviente y lo mejor de todo es que él no lo busca. Cuando acabábamos, la jornada y conversábamos se interesaba por el tipo de trabajos que yo hacía. Se sorprendía sinceramente cuando le decía que aquí se hacía teatro y cine en euskera. Uno de los reclamos más interesantes de esta película radica en que Haneke ha conseguido convencer al mismísimo Trintignant de que retorne a las pantallas después de dieciocho años. Eso también dice mucho del prestigio del director.
¿Puede darnos un avance de la nueva historia que dirige Haneke ?
Jean-Louis Trintignant y Emmauelle Riva -una muy prestigiosa actriz francesa que ha participado en películas como «Hiroshima mon amour»- encarnan a un matrimonio que ronda los ochenta años. Ambos están muy ligados al mundo de la música. Él es un prestigioso director de orquesta retirado y ella es músico. La mujer, como consecuencia de un ataque, se queda medio paralizada e inicia un lento y doloroso proceso degenerativo que marcará a su compañero. Él decide cuidarla, se encierra en casa, pero ella le anima a que salga a la calle, que viva lo poco que le queda a él también. La hija -interpretada por Isabelle Huppert- entra a escena y, al igual que su madre, intenta convencer a su padre de que aproveche el tiempo que le resta de vida. Al final, la trama deriva hacia unos territorios muy interesantes, no exentos de polémica, debido a que Haneke incluye un detonante dramático que coloca a los personajes en una tesitura moral que a mucha gente no le gusta pero que forma parte de un debate abierto y que debe ser afrontado tarde o temprano.
¿Ha coincidido con Isabelle Huppert?
No y es una lástima. Pero la semana que viene debo regresar a París para rodar mis últimas escenas y espero encontrarme con ella. Es una actriz que me gusta muchísimo.
¿«Amour» es una especie de oasis dentro de su carrera?
Esta experiencia no tiene mucho que ver con mi profesión diaria. En realidad, el trabajo es el mismo: te pones delante de una cámara, conversas con tus compañeros -con Trintignant he tenido un feeling muy bueno-.
Tiene ese concepto de oasis porque, no lo vamos a negar, es una situación que se da con poca frecuencia en mi profesión y lo digo por lo que supone rodar con un autor de prestigio mundial y compartir escenas con actores de una talla excepcional y técnicos de gran prestigio como el director de fotografía Darius Khondji. Resulta fácil trabajar en este proyecto porque en él participa gente muy buena y eso siempre ayuda. Fuente.
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