Critica: Aruitemo aruitemo (Still Walking) (nominada al CEHÖ AWARDS como Mejor Película)

Nota: 9

“Seguiremos caminando”

Existen y existieron grandes directores que han sabido plasmar la cultura oriental y su sentimentalismo en fotogramas cargados de sensibilidad y emotividad, así como también la recurrente violencia poética que se ha observado y que también define al cine de estos parajes. El cine oriental puede ser diferenciado expeditamente del cine de otros lugares como Europa o America. Un director oriental trabaja sus producciones de manera pausada, cabal y con una dedicación exclusiva a su obra. Si recurrimos a la filmografía de Kore-eda Hirokazu, siempre nos habla de la perdida de cualquiera de los estados en que puede estar presente: la de un ser querido, la de la decencia o la de los ideales. Still Walking esta influenciada enormemente por la pérdida de su padre y su madre, cada personaje de la cinta, posee una pequeña porción de sus recuerdos, cada dialogo denota el ser afligido del realizador por plasmar en su obra la huella que ha dejado sus padres en su mente y corazón. Still Walking es una historia familiar que trascurre en apenas día y medio, una historia de rencores y reproches con pocos personajes, pocos contextos pero con mucho material subyacente. Durante este corto periodo, nos profundizamos lenta y pausadamente en las miserias de cada uno de los miembros de la familia, que al parecer se diferencian uno del otro, y han decidido que su interioridad sea independiente a la del resto: un padre arisco y rencoroso, una madre acostumbrada a callar y un hijo con una pesada carga. Así mismo la huella del fallecimiento del hijo primogénito se presenta como ente protagónico, definido por tristes reflexiones metafóricas de una muerte ya muy lejana en el tiempo pero que aun esta presente en el recuerdo de la familia. La radiografía de la familia Yokoyama es rica y profunda, salpicada de pequeños toques de humor y llena de matices. La presencia de los Cuentos de Tokyo de Ozu es, efectivamente, poderosa, aunque en este caso sean los hijos quienes visiten la casa de sus padres. Still Walking es una de esas películas a las que hay que dejarse llevar, para poder adentrarse en sus pasajes. El cine japonés aunque siempre se presenta pausado, la serena sensibilidad con que se examinan los argumentos (en este caso las relaciones familiares), es lo que marca la diferencia y lo ubican fuera de lo común. Un argumento sencillamente esplendido, directo al corazón, convierten a esta historia en una de las mas tiernas pero duras radiografías sobre la perdida y la redención. Un elenco de lujo, liderado a mi parecer por la portentosa actuación de Kirin Kiki (“la madre”). Técnicamente sencilla pero deslumbrante, debido a la tonalidad poética de la estética de su director, inmejorables los pocos momentos en que se presentan las notas calidas musicales de la partitura, notas que destrozan el panorama, amplifican el poder argumental y se plasman en el recuerdo. Still Walking es una obra pausada e intimista, universal y absorbente, de una belleza poética y reflectiva, una película que marca la diferencia y que se presenta estrictamente imprescindible. Sobran las palabras, Still Walking es absolutamente maravillosa. Lo Mejor: el epilogo –tan justo y necesario. Lo Peor: nada.