El cine, ese arte maravilloso que nos permite vivir mil vidas y morir mil muertes ha inmortalizado a las madres que en todas las circunstancias cumplen con su abnegado papel de proteger a sus hijos y llevarlos hacia delante, Madre no hay más que una. Pero en el caso del niño Camille de La comedia de la inocencia (Raoul Ruiz, 2000) no es así. La película se basa en la novela de Massimo Bontempelli, El hijo con dos madres, y eso es lo que le ocurre precisamente a este niño que el día de su noveno cumpleaños comienza a comportarse de manera extraña, y a llamar a su madre, interpretada por la fantástica Isabelle Huppert, por su nombre de pila. Aparece otra mujer, Isabella (Jeanne Balibar) que afirma ser la madre del niño, y Camille se comporta como si lo fuera. Una película perturbadora, llena de intriga y desasosiego, ambigüedad y desconcierto. Pero si hay madres que luchan por sus hijos, esas son las "madres coraje", y ha habido unas cuantas. como
Pocos cineastas han dedicado tanta importancia a la figura de la madre como ha hecho Pedro Almodóvar a lo largo de su filmografía, mostrándonos todo un catálogo de madres de diversa condición. Y no sólo dibujándolas como personajes imprescindibles de una trama; el realizador también se valió de su propia madre –tristemente fallecida- para colocarla en el reparto de algunas de sus películas, con breves y divertidas apariciones. Según recuerda el propio director acerca de su infancia en
El muestrario que ofrece el cineasta a lo largo de más de veinte años alcanza su cima en “Todo sobre mi madre”, donde Cecilia Roth es la madre que siente la necesidad imperiosa de buscar al padre del hijo que acaba de perder en un accidente. Es una de las madres más dolorosas y trágicas de su filmografía, y alrededor de ella giran varios personajes, entre ellos el de Penélope Cruz, una monja que espera un hijo concebido con un transexual –Almodóvar riza el rizo hasta más allá de lo creíble- Un último apunte: en la escena del sueño de “Hable con ella”, filmada en blanco y negro, un hombre del tamaño de un dedo (Fele Martínez) escala por el cuerpo de una mujer dormida (Paz Vega) y al final se detiene ante la vagina. Se introduce en la abertura, sale un momento y luego decide quedarse dentro. ¿Un deseo de permanecer en el seno materno? ¿Tendremos algo de eso en nuestro subconsciente?, ¿Una necesidad de no desconectarnos del todo de nuestra madre? Seguramente algo de eso ronda por la cabeza del cineasta.
3 comentarios:
Increible reflexión sobre las madres...Almodóvar ama a su madre y así lo demuestra en todas sus películas incluidas Volver y los abrazos rotos...la madre ama su hijo..y eso hace ke smpre tengamos un deseo irremdiable de no apartarnos nunka de ella, yde laguna mediiante diversas expresiones mostramos ese deseo inevitable...saludos...espero ke et pasaes por mi blog..tno dos neuvos videos..saludos
De acuerdo con el comentario de Albertaco.
Gran repaso a las mujeres y el cine... también se me ocurre la sufridora Björk de Bailar en la oscuridad, ¡qué interpretación!
Saludos José!
Vaya publicación que te has mandado José!. Todo un lujo de tributo a la figura de la madre en cine. Yo te colaboro con una de las historias de "Historias de Manhattan" de Woody Allen donde un mago hace desaparecer literalmente a la madre de este y luego aparece en el cielo para perpetuo castigo de nuestro protagonista porque como buena madre Judía era el extremo de la sobreprotección! jaja.
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