Lo mejor de Reality, el nuevo filme del italiano Matteo
Garrone, es su protagonista, Aniello Arena: en su primera película como
protagonista recoge el testigo de la gran tradición de tragicómicos italianos,
representada por grandes nombres que van de Toto a Vittorio Gassman. Lo peor,
que Aniello Arena está encarcelado en la prisión de alta seguridad de Volterra
(Pisa). Reality, es una aproximación amable, más pintoresca que crítica, a la
cultura de la fama en Italia, tan ligada a la televisión, y a programas como
Gran Hermano. El filme no busca la confrontación ni la crítica con la
televisión y con su cultura del éxito por el éxito. Por el contrario, es una
mirada compasiva sobre las falsas esperanzas que crea esa misma cultura,
especialmente en las clases populares.
Próxima a la sensibilidad de las grandes películas
corales de Fellini, Reality no pierde la oportunidad de mostrar personajes
grotescos y excéntricos, a los que sin embargo mira con cariño. De esta manera
el director de Gomorra, filme reconocido con el gran premio deCannes en el
2008, consigue un gran fresco popular de la siempre pintoresca ciudad de
Nápoles, con Aniello Arena al frente del reparto. Pero el filme no va más allá,
y cuando Garrone quiere concentrarse en la locura del protagonista, Lucino,
interpretado por Arena, pierda toda la fuerza del fresco colectivo que tiene el
filme.
Quizá le falte
algo de malicia en su crítica a la telebasura y sus consecuencias, pero con la
que destila ya da para pensar un rato sobre ello.
Algunas impresiones de la critica en el resumen de la jornada.
Algunas impresiones de la critica en el resumen de la jornada.
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