El gran director
africano nacido en Mauritania vuelve con un relato de ficción en TIMBUKTU, acaso una película más convencional
que otras de su carrera, pero no por eso menos interesante. Se centra en lo que
sucede en la ciudad de Timbuktu, en Mali, controlada por fundamtalistas
islámicos que prohiben prácticamente todo allí, desde la música al
fútbol, apedreando a los adúlteros y castigando con latigazos o,
directamente, la muerte a los que incumplan sus excesivas y ridículas leyes. La
historia va tomando forma y centrándose en una familia que vive en las afueras
de la ciudad y que se mantiene relativamente alejada de los conflictos (se los
escucha cantar y tocar la guitarra en ese clásico estilo bluesero de la tribu
de los tuareg) hasta que finalmente esos conflictos los alcanzan cuando un
pescador mata a una de sus vacas. La película arranca mostrando muchas de estas
situaciones casi de manera humorística en función de lo absurdo de la mayoría
de las prohibiciones, muchas de las cuales no cumplen ni los propios
jihadistas, enamorados de la tecnología: los chicos juegan al fútbol sin
pelota, los fundamentalistas graban discursos en los que se equivocan todo el
tiempo. Pero poco a poco se van viendo las dimensiones reales del estado de
terror en el que se vive en el pueblo, con consecuencias tremendas para muchos
de sus habitantes. La segunda hora del filme, si se quiere, apuesta por un
formato un poco más cercano al del filme de denuncia, con una tensión más clásica.
Si bien la película no toma radicales decisiones de puesta en escena como la
anterior, BAMAKO, su contundencia es
innegable. Y es muy probable que el jurado reconozca estos valores (y los
formales) a la hora de la premiación.
"En muchos sentidos, el retrato
de Mali de Sissako es comparable al de Egipto y las protestas de la plaza
Tahrir de Ibrahim El-Batuout en su película 'Winter of Discontent'. Está
construido con enorme emoción, que fluctúa entre la esperanza y la desesperación
(...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)" Peter Bradshaw:
The Guardian
"Tombuctú es un nombre que evoca
aventuras exóticas (...) Pero después de ver el devastador drama de
Abderrahmane Sissako, resulta más probable que se convierta en un sinónimo de
los peores excesos del fundamentalismo islámico" Deborah Young: The
Hollywood Reporter
"Abderrahmane Sissako confirma
su estatus como uno de los verdaderos humanistas del cine reciente con este
drama profundamente empático y maravillosamente rodado" Jay Weissberg:
Variety
"Una
sorprendente y delicada maravilla (...) Con un depurado sentido del humor el
director acierta al diseccionar con una crudeza inédita el salvajismo estúpido
de cualquier fe impuesta a martillazos" Luis Martínez:
Diario El Mundo
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