Después de 15 años de dirigir su última película, Jodie Foster ha presentado fuera de concurso El Castor, una tragicomedia sobre un matrimonio en crisis que interpretan ella y Mel Gibson. Él se mete en la piel de tipo depresivo que habla con un peluche de castor que lleva en la mano. En EEUU, el Castor se ha dado un batacazo en taquilla y en Cannes ha sido recibida sin entusiasmo por la irregularidad del tono. La frialdad se palpaba en el ambiente. Pocos periodistas en la rueda de prensa. Mala señal. A pesar de todo, Foster sacado pecho por su película: “Es especial. No la he hecho pensando en el gran público: juega con el absurdo y la profundidad del mundo emocional. Es trágica y cómica, y tiene un formato europeo que no ha gustado en mi país por allí la comedia y el drama siempre están claramente definidos”. Gibson, además no ha llegado a tiempo para en el encuentro con la prensa, pero sí para el paseíllo de la alfombra roja:”Mejor, así no habla”, bromeaba Foster, que ha defendido a su compañero por su gran talento y ya pasado por alto las preguntas sobre su mala fama personal en Hollywood: “Mel fue mi primera opción. Fundamentalmente porque es de los pocos actores que puede manejar el humor y a la vez entiende el sufrimiento humano. La mayoría solo hacen bien drama o comedia”. La apuesta de hacer creíble a un enfermo mental, que se siente bien hablando con su castor de peluche, era arriesgada. Hay momentos en los Gibson, al borde de lo grotesco, consigue emocionar. Sin embargo Foster, como actriz está ausente, y como directora le falta contundencia para centrar la historia. Curiosamente, el personaje más conmovedor es el hijo adolescente (Anton Yelchin) desorientado y furioso con la enfermedad de su padre. Fuente
0 comentarios:
Post a Comment