Titulo: La vida sublime
Director: Daniel V. Villamediana
País: España
Genero: Drama
Guión: Victor J. Vazquez, Daniel V. Villamediana
Fotografía: Daniel Belza, Fabio Bobbio
Música:
Reparto: ctor J. Vázquez, Alvaro Arroba, Pepe Grosso, Emiliana Minguela, Minke Wang
Sinopsis: Un chico encuentra la pasión que buscaba en la figura de su abuelo ("el Cuco"), ya muerto, y en el viaje que éste realizó a principios de los 40, cuando aún era joven, al sur de España. Un viaje que era una especie de misterio familiar y que descubre al nieto un mundo nuevo.
Trailer: La vida sublime
AL FINAL, PARA QUE LA VIDA SEA SUBLIME, HAY QUE CORRER RIESGOS.
El cine de autor es explícitamente personal, intimista y trascendente; es el medio de catarsis creativa, en donde los realizadores plasman incesantemente su pálpito filosófico y su visión permanente e irrevocable de las cosas. En esta nueva oportunidad, se analiza una película que acapara todos los adjetivos del cine de autor y que de una u otra manera, viene a representar una nueva modalidad de concretar y precisar la visión cinematografía —pese a que su mecanismo y metodología ya se ha visto anteriormente. Daniel V. Villamediana, escribe —junto a Victor J.Vazquez— y dirige esta película para si mismo, en donde el grado de intimismo resulta atormentador. Villamediana parece plantearse a si mismo el desafío de darle forma a lo invisible; sofocando las fronteras de la critica y la sensibilidad, del pasado y el presente, de la ficción y el documental. La vida sublime nos sitúa ante la perspectiva de Víctor, un joven escritor que desea reencontrar la pasión vital buscando pistas para reconstruir la vida de su abuelo. Ello le conduce a un viaje a Andalucía donde seguirá sus pasos en los lugares que él solía frecuentar: Triana, la Casa Manteca en Cádiz, Jérez de la Frontera…etc. Como telón de fondo, la película de Víctor Erice, El sur (1983), cuya segunda parte, nunca se estrenó. De esta forma Villamediana fiel a sus obsesiones, plasma en este ejercicio personal y sensitivo, el poder que precisamente emana de la mente y del recuerdo, dándole a su protagonista —su propio alter ego como ser humano y como realizador— la cualidad inventiva de ir moldeando toda esta historia a su antojo. En la película, Víctor emprende el mismo viaje que años atrás hiciera su abuelo «el cuco» y del cual no se sabe mucho, acumula a su paso pistas que dan claridad a lo invisible. Los planos telúricos alegóricos, generan con su dinamismo, la visión de cambio y de viaje, en contraparte de los demás planos fijos que servían de aporte argumental, en donde su protagonista intercambiaba opiniones con conocidos sobre temas como la familia, la vieja España, el anarquismo, el cine y el sentido de la vida. Durante el comienzo del viaje, Victor crea para su abuelo, una vida sublime, llena de proezas y anécdotas fascinantes que luego cuenta durante conversaciones a todo el que se le cruce por el camino. La película trascurre entre conversación y conversación, en donde además, son citados muchos temas que representan la coyuntura política y social que perpetuo «el cuco». Posteriormente, la película va perdiendo su meollo distintivo y se convierte en un viaje hipnótico por el recuerdo y el silencio, en donde la leyenda se distingue viva y real, como si Víctor fuese realmente su abuelo, proclamando que «el peligro es la clave de la vida sublime» y nada más. La gran trasformación la personifica el mismo Victor, que parte de la dureza y se aplaca hacia la serenidad. Este armonioso viaje dotado de grandes metáforas, generan en este espectador una enorme complacencia, gozo y alabanza por esta clase de películas.
El pasado es el Sur.. Y al Sur siempre se vuelve, como se vuelve siempre al amor… Me llamo Víctor, y quisiera ser Erice, pero estoy ya más cerca, de transformarme en Estrella, pues recorro las pisadas, que ella no pudo nunca dar.
La vida sublime, podría atribuirse al llamado falso documental, en donde el espectador debe abandonar toda idea concebida en el pasado, de lo que significa y representa el cine para una audiencia. Así mismo, este viaje sensitivo al interior de las emociones, de los recuerdos y de la leyenda convertida en realidad, alberga una profunda satisfacción enriquecedora, por sus imágenes que seducen la retina, por sus misterios jamás revelados, por la melancolía de sus personajes que miran el mar e intentan darle un significado a su belleza, por la valentía de su discurso ante diferentes posturas políticas, y sobretodo, por la pasión y sutileza con que es concebida, alejada de cualquier artificio conceptual, La vida sublime es una absoluta maravilla que evoca en el buen sentido de la palabra, todo el poderío cinematográfico de Abbas Kiarostami y el poder de la prosa de Federico García Lorca. Entiendo con serenidad que la película puede resultar tediosa e inexplicable para muchos, pero por ser diferente y sumamente valiente en lo que precisa, este «muermo» que supone fatiga, viene aun a representar una joya artística intimista y poética. La vida sublime es el homenaje de Villamediana a sus raíces, al cine y a la vida. Una maravilla a la que hay que entregarse de lleno. Una obra artística fascinante y como no, sublime.
NOTA: 8.5/10
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