Festival Internacional de Cine de Morelia: BIUTIFUL

La vida es hermosa. Solo podemos repetirnos eso una y otra vez cada día de nuestra vida, aunque estemos hechos una mierda, queremos hacernos sentir como que somos hermosos, que cuando vemos a los muertos no hay nada mãs que aceptar su presencia, de sentirnos libres de interactuar con la muerte, de mezclarnos en sus haberes, de sentir que tenemos un don, el cual nos deja ver y ayudar a los que no podemos ver, pero no, nosotros estamos tan o hasta mas perdidos que ellos, estamos muertos, todos los días nos despertamos para estar rodeados por preocupaciones, estamos muertos ya que la vida es ser feliz, morimos cuando nacen nuestros hijos, sólo que esta inexistencia de nuestro ser nos ayuda a apreciar la de aquellos que amamos, y es porque los amamos que aceptamos su presencia, es necesaria para nosotros, y si no estamos en cuerpo no significa que no podamos cuidarlos como mariposas negras escondidas en el techo. Somos uno, con el todo.

A veces el destino es como una tormenta de arena que no se detiene, quieres alejarte pero te persigue, entonces cambias de dirección pero la tormenta siempre sabe encontrarte, una y otra vez juegas a esto, en un baile con la muerte antes del amanecer, esta tormenta no es algo que venga de lejos, algo que no tiene que ver contigo, esta tormenta eres tú, algo dentro de ti, asi que todo lo que puedes hacer es dar un paso y meterte de lleno en ella, no lo dudes, te cortará la carne, la gente va a sangrar y tu también lo harás, tomarás esa sangre con tus manos, la tuya propia y la de los demás, y una vez que la tormenta se haya ido no te acordarás de como le hiciste para sobrevivir, pero una cosa es cierta, al salir de la tormenta, tu vida nunca volverá a ser la misma.

El negro, con su trilogía de la muerte nos hizo experimentar la verdad de algunos fantasmas escondidos, nos sentimos sólos. Estamos sólos, aun compartiendo una ciudad inmensa, aun cuando hay millones que hablan como nosotros o que comparten nuestro corazón, nos hace ver de nuevo como estamos sólos en este mundo, sin nadie que contar cuando estamos en peligro, nos tenemos a nosotros y a aquellos que nada pueden hacer.

Seguimos el viaje de Uxbal, que tiene como aliento únicamente a sus hijos, sus dos pequeños hijos. él no quiere ser olvidado, como olvido el rostro de aquel que hizo llamarse su padre, él solo quiere tiempo, con ellos y para ellos: su único empleo es el de ayudar a los inmigrantes a encontrar un trabajo que pueda ayudar de alguna manera a sus extensas familias y a ver a los recién muertos, ve sus espíritus y los ayuda a redimirse. La madre de sus hijos esta en su propio hoyo de perdicion, no puede controlarse y mucho menos a los que ama no puede protegerlos, no de si misma. 

Uxbal es interpretado maravillosamente por Javier Bardem, el cual nos hace sentir ese sufrimiente cada segundo en el que vemos sus ojos tristes, cansados, como los de un anciano sabio. Entendemos sus preocupaciones y disgustos, entendemos su preocupación y vemos como llega al punto de hundirse en el espiral de la perdiciòn. Ël sabe lo que va a suceder, pero trata de ignorar su propia desaparición.

La historia difiere notablemente en la forma de ser contada con el trabajo previo del Negro, es una historia con un principio y un fin, no hay vueltas atrás, no son necesarias, es una historia redonda, sabemos que está occurriendo en todo el tiempo, sentimos el sufrimiento de Uxbal, sentimos cómo somos engañados por el amor, por la amistad, cómo somos cegados por el deseo de ayudar y redimirnos, somos culpables de nuestras muertes, y si en algún momento tratamos de redimirnos, acabamos perjudicando. Ëste mundo creado por Iñárritu, un mundo cruel y desgarrador, en el cual podemos aceptar la presencia del abuso pero no la del trabajo; sentimos la necesidad e apuntar a quiénes nos hacen supuesto daño, mientras que la misma sociedad nos mata, nos matamos unos a otros y es por eso que ya no hay belleza real, la belleza de ahora es BIUTIFUL.

David Orozco Duarte

desde Morelia