Quizá muy poquitos autores relacionan el cine con la poesía de la forma que lo hace y envuelve este autor coreano, Lee Chang-dong que este miércoles, a primeras horas de la mañana -en una mañana que comenzó con una fina y delicada lluvia-, nos ha regalado y ha mostrado su última obra, Poetry(Poesía).
Es la historia de una anciana que vive con su nieto y desea recuperar la habilidad o capacidad que en la escuela le dijeron: escribe poesía, dedícate a los versos. Y esta mujer que vive angustiada porque piensa que algo malo hizo su nieto, un adolescente de apenas 12 años, se apunta a la escuela de escritura poética porque quizá aún tenga tiempo de escribir al menos un solo poema.
Me seduce este cine coreano de Lee Chang-dong, te acaricia desde la belleza de las imágenes al sonido de la lluvia torrencial, desde el susurro de la vida cotidiana que describe hasta la hondura y profundidad de un ensayo de filosofía.
Dice la abuela a lo largo de la película: es indigno para la poesía que un sólo policía quiera intentar la construcción de metáforas, la belleza está en el encuentro instantáneo entre una mirada personal a un objeto, paisaje o persona y la revelación (eso es emoción), la inspiración poética es un camino que no puede prepararse pero que llega si estás ahí...
Importante este autor coreano que nos ha ido mostrando a través de su filmografía su inquietud por una sociedad que avanza y que va dejando en los mayores, discapacitados y humildes la clase de los olvidados, y además me interesa cómo nos muestra este mundo, lo hace a través de una observación realista y natural, no social, como sería la de los hermanos Dardenne o Ken Loach.
Todo ello con una clara complicidad de las emociones, a través de un universo plagado de metáforas arrancadas de la naturaleza (como Jia Zhangke): una tarde de lluvia sobre un puente colgante, un paseo entre las huertas descubriendo las ciruelas hinchadas de sol o una conversación nocturna en el portal de su casa, cuando el calor y los grillos no te dejan dormir.
Aspirante a estar en el palmarés
Estamos delante de uno de los directores coreanos más importantes, que cuida cada una de sus películas y que a diferencia del daño, del roto y de las heridas que suele mostrar el cine coreano, en el caso del autor de Secret Sunshine (2007) hay una cierta tristeza por el abandono de las pequeñas cosas de la niñez en las que creíamos.
Es siempre una mirada a la sociedad desde un lenguaje tierno y dulce, sin buscar culpables en el pasado doloroso del pueblo coreano y sin una reivindicación ideológica o social. Él se queda con los seres humanos y con la naturaleza y apela al sonido, a los colores, a la luz y a los sentimientos más pequeños (Candy, 1999 y Oasis, 2002).
Supongo que en un palmarés tan ajustadito como va a ser éste de 2010 no deberá faltar el universo plástico y poético de Lee Chang-dong. Fuente
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