El cansancio empieza a hacer mella entre los corresponsales y esa sensación se ha acentuado durante la proyección de My joy. Una producción que ha llegado de Ucrania y que, contra lo dictan los cánones de la sección oficial de Cannes, se ha colado entre las elegidas para luchar por la Palma de oro a pesar de ser la ópera prima de su director, Sergei Lusnitza. La idea de My joy es más que interesante. A ojos de un conductor, en ruta poro Rusia, su director traza un retrato de la sociedad rusa contemporánea, salpicada con personajes secundarios que ponen cara y ojos a la composición de Lusnitza. La pega, gran pega, es que el estilo de Lusnitza se acerca más al cine contemplativo: interminables planos en los que no sucede nada se repiten en dos horas de metraje que se acabaron haciendo insoportables para unos cuantos asistentes que incluso la abuchearon, un hecho no muy frecuente, al finalizar la sesión.
En segundo lugar se presentó My Joy, la ópera prima de Sergei Loznitsa, que hasta el momento ha trabajado en el mundo del documental. Se trata de la primera producción ucraniana que se presenta en el Festival de Cannes. En este film se narra la historia de un camionero que se pierde en la Rusia rural y en su camino se encuentra con una galería de personajes que representan los problemas de la sociedad, desde la prostitución de menores hasta la corrupción. Loznitsa bebe del estilo documental y rueda la historia con un estilo muy realista en donde no puede faltar la cámara en mano. El realizador tampoco prescinde del humor negro, aunque los asistentes a los pases del film han tenido problemas para captarlo ya que los diálogos eran difícilmente traducibles. Al igual quePoetry, My Joy ha gustado mucho a la prensa especializada. A ver si ambas gustan al jurado.
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