Ta'm e guilass (El sabor de las cerezas) de Abbas Kiarostami
Escena 2. El diálogo con el taxidermista
(Después de un plano de la escavadora aparece Badii subiéndose al coche,
mientras de dirige hacia el acompañante, que no aparece pero también se oye
que cierra la puerta)
Badii No hay preguntas.
Bagueri No.
Badii Me ha entendido bien.
Bagueri Sí.
Badii Ese árbol es un buen sitio. Alguna pregunta.
Bagueri Ningún problema pero…
Badii Pero ¿qué?
Bagueri Cuando has tomado la decisión de prestarle tu ayuda a
alguien, tienes que hacerlo bien, tienes que ayudarle con
toda el alma, con todo tu ser. Así es mejor, más justo y
razonable.
Badii Incluso puede hacerlo con las manos. Guardar los
sentimientos pero algo más necesario ¿En qué trabaja?
Bagueri Eso ya se lo he dicho amigo mío.
Badii Si pero, ¿en qué especialidad?
Bagueri Cavar la tierra no requiere ninguna especialización. Sólo se
trata de cavar la tierra. Si pudiera ayudarle de cualquier
otra forma, no sé, créame que lo preferiría.
Badii Sólo tiene que hacer lo que he pedido.
Bagueri ¿Qué ayuda es esa? Cuando un hombre toma la decisión
de ayudar a un semejante tiene que hacerlo de otra forma.
Salvándole la vida, esa sí que sería una buena forma. No
seré responsable de nadie. Pero ya que me lo pode diré
que sí. Pero es difícil, admita que no es fácil. Pero si usted
se niega a explicar los problemas que el preocupan.
¿Quién le va a ayudar? Yo no le había visto nunca, pero
estoy seguro que tendrá parientes, amigos, algún
hermano… Perdone que me entrometa en sus asuntos
pero es por un problema familiar o porque ha contraído
deudas. Pero créame, todos los problemas tienen solución.
Pero si no habla, no explica lo que le pasa, nadie le puede
ayudar, amigo mío. Todos tenemos problemas, puede
creerme. Pero si todos decidiéramos solucionar los
problemas como usted no quedaría nadie en la tierra ¿eh?
No tengo razón, nadie. Gire a la izquierda, por favor.
Badii No conozco este camino.
Bagueri Yo sí. Es algo más largo pero es mejor y más bonito. Soy
prisionero de este desierto desde hace 35 años.
Badii (Aquí se descubre el rostro del interlocutor por primera vez)
Bagueri Le contaré una cosa que me ocurrió, fue justo antes de
casarme. En aquel momento teníamos muchos problemas.
Estaba agobiado. Estaba tan harto de intentar resolverlos
en vano que un día decidí acabar con todo, como usted.
Así que una mañana antes de amanecer, cogí una soga y
la metí en el coche. Había tomado la decisión de acabar
con mi vida. Salí hacia Niame, era el año 1960. Cuando
llegué a las plantaciones de cerezos paré el coche y me
bajé. Luego eché la soga por la rama de un árbol pero no
se enganchó, lo intenté una o dos veces, pero no pide
conseguir que se enganchara, me vi
obligado a subir al árbol y atar la soga
fuerte. Entonces sentí algo suave en
la mano. Eran cerezas, unas cerezas
deliciosas, me comí una y estaba
exquisita, luego seguí comiendo
cerezas y más cerezas. De pronto me
di cuenta de que el sol estaba
saliendo por encima de una montaña
lejana. Un sol impresionante, qué
paisaje, qué hermoso vergel. De
repente, oí gritar a unos niños que
iban al colegio. Se pararon y se quedaron mirándome. Me
pidieron que moviera el árbol. Cayeron muchas cerezas y
se las comieron, me sentí un hombre feliz. Me bajé del
árbol, y recogí algunas cerezas para llevarlas a casa, mi
mujer aún no se había despertado. Cuando se despertó
también se puso a comer cerezas y también disfrutó
comiéndoselas. Había ido a suicidarme y había vuelto con
cerezas. ¡Dios!, un cerezo me salvó la vida. Una cereza me
salvó la vida.
Badii: Comió una cerezas, su mujer también, y todo salió bien.
Bagueri No, no fue así. Lo importante es que cambié. Luego las
cosas fueron mejorando. Había cambiado mi forma de
pensar. Me sentí mucho mejor. Yo tenía problemas, pero
comprendí que todo el mundo tiene problemas. Hay tantos
millones de personas en la tierra, que no hay una sola
familia que no tenga problemas. No sé cual es el suyo. Si
yo conociera su problema podría explicárselo mejor.
Cuando vaya a ver a un médico, dígale exactamente
dónde le duele. Perdóneme usted, ¿no será turco, verdad?
Badii (Dice que no con la cabeza)
Bagueri Le contaré un chiste, no se ofenda. Un día un turco fue a
ver al médico y le dijo muy afligido. Verá cuando me toco el
cuerpo con el dedo me duele, cuando me todo la cabeza
me duele, si me todo la pierna me duele, si me toco la
barriga me duele y la mano me duele. El médico le
examinó y le dijo, a su cuerpo no le pasa nada, pero tiene
el dedo roto. Amigo mío, usted sólo tiene la mente
enferma, pero no tiene nada mal. Cambie su forma de ver
las cosas.
Badii (Niega con la cabeza)
Bagueri Yo salí de casa para suicidarme, pero un simple cerezo lo
cambió. Un cerezo corriente y sin la menor importancia.
Debe entender que el mundo no es como usted lo ve,
cambie su forma de ver las cosas y cambie el mundo.
Tiene que ser optimista.
Badii (Niega)
Bagueri Mire las cosas de forma positiva. Está en la flor de la vida.
Quiere suicidarse por algún problema insignificante. Por un
solo problema. La vida es como un tren, amigo mío, que no
deja de avanzar día tras día, mes tras mes, pero que
acaba llegando al final de la vía. Y la muerte espera al final
de la vía. Claro que la muerte es una solución, pero no al
principio, no durante la juventud. Perdóneme por traerle
por este camino tan pedregoso, está muy mal. Uno cree
que algo es bueno, pero luego ve que estaba equivocado.
Lo principal es pensar mucho. Crees que lo que haces está
bien, pero luego te das cuenta de que estás equivocado.
(Silencio)
Hable, diga algo. Déme una pista para que sepa qué le
ocurre. Yo sé que he hablado demasiado. Lo he dicho
todo. Acabo de largarle un buen discurso. Vamos, diga
algo. Gire a la izquierda.
Si usted no habla lo seguiré haciendo yo. Si usted no
habla, lo haré yo. ¿Ha perdido toda esperanza al
despertarse por la mañana? ¿No quiere ver salir el sol al
amanecer de un día cualquiera? ¿Y el rojo y el amarillo del
sol del atardecer? ¿No quiere volver a verlo? ¿No ha
mirado nunca la luna? ¿No quiere ver las estrellas? ¿No
quiere volver a ver una noche de luna llena? Quiere cerrar
los ojos. Ahora coja el camino de la derecha. A los que
están al otro lado les gustaría ver todo esto y usted quiere
marcharse corriendo ¿No quiere volver a beber agua
fresca del manantial? Ni lavarse la cara, las manos, el
cuerpo en ella. Gire a la derecha. Si piensa en las cuatro
estaciones verá que cada estación nos regala sus frutos.
En verano hay frutos pero en otoño también. El invierno
trae sus frutos y la primavera también. No hay madre que
pueda llenar la nevera con tal variedad de frutos para dar a
sus hijos. No hay madre en el mundo que pueda hacer
más por sus hijos que lo que hace Dios por todas sus
criaturas. Y usted quiere renunciar a todo eso. Quiere
entregarlo todo. Quiere renunciar a todo eso. Quiere
entregarlo todo. Quiere renunciar al sabor de las cerezas.
No lo haga, soy su amigo, se lo ruego. Pero si quiere
hacerlo, hágalo. A la derecha…
(Silencio)
Gire a la derecha. Está es la carretera principal. A la
izquierda, por favor. Antes de bajarme, si me permite voy a
cantarle una bonita canción turca. Es una canción muy
antigua.
Amor mío, me marcho,
ven a mí, ven a mí.
Amor mío, me marcho,
ven a mí, ven a mí querido mío.
Me echan del jardín de mi amigo,
ven a mí.
De los días felices del pasado,
he llegado a estos tiempos difíciles,
ven a mí.
Escuche, apenas nos conocemos, pero si se va seré su
amigo, y si se queda será su amigo. En cualquier caso
puede estar seguro de que seré su amigo. Si usted no se
queda seguiré siendo su amigo. Si se queda seguiré
siendo su amigo. Adiós amigo mío.
Badii ¿Trabaja usted aquí? Espere, ¿dígame a qué se dedica?
Bagueri Ya se lo dije, trabajo aquí en el museo de Historia Natural.
Badii Ya. ¿Y qué hará mañana?
Bagueri Mañana iré al amanecer y le llamaré dos veces. Sr..
Badii Badii.
Bagueri Sr. Badii. Y usted me contestará, y yo le recogeré.
Badii Y si no contesto.
Bagueri Contestará, sé que lo hará.
Badii ¿Y si no contesto?
Bagueri En ese caso haré exactamente lo que usted me ha pedido.
No se preocupe amigo mío.
Badii Lo dice para tranquilizarme.
Bagueri Hay cosas que son más fáciles de decir que de hacer.
Badii En cualquier caso usted lo hará.
Bagueri Si no fuera por mi hijo enfermo, ni le habría prestado
atención. Créame, amigo mío, es muy difícil de hacer.
Trato hecho. Iré al agujero y le cubriré de tierra.
Badii Cogerá su dinero y se marchará.
Bagueri No se preocupe, amigo. Ahora tengo que irme. Me esperan
los chicos.
Badii Que ese dinero sirva para curar a su hijo. Mantenga su
promesa y será bendecido.
Bagueri Espero que pueda descansar.
Badii Tome esto ahora. Mañana tendrá el resto.
Bagueri Gracias por traerme de vuelta a casa, amigo mío. Gracias
otra vez.
Badii Muy bien, nos veremos mañana, amigo. Más bien me verá.
Bagueri Si Dios quiere, usted también me verá a mí.
Badii Cójalo, coja el dinero.
Bagueri Gracias, lo cogeré después de hacer el trabajo.
(Se ve marcharse a Badii en el coche, una pareja le solicita que le haga una
foto. Tras hacerla el sigue adelante pero tras una duda se da la vuelta y vuelve
a buscar al sr. Bagueri. Pregunta desde los datos que conoce, paga la entrada
y va a buscar en taxidermia a su amigo. Allí en evidente nerviosismo se mueve
agitado y espera)
Badii Cuando vaya por la mañana. Lleve un par de piedrecitas y
tíremelas encima. Quizás sólo esté durmiendo.
Bagueri Creo que será mejor llevar tres.
Badii Escuche.
Bagueri Sí, dígame.
Badii Déme también unos golpecitos. Es posible que siga con
vida. Me lo ha prometido.
Bagueri Aunque me decapitaran, mantendría mi palabra.
Badii Escuche, lo prometió. No lo olvide, no me defraude
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