Así, "Una historia de Brooklyn" sigue el ejemplo de cintas como "Igby goes down", "Tú, yo y todos los demás" y "Door on the floor (Una mujer difícil)" balanceando muy bien las amargas emociones de un divorcio con buenas dosis humor y agudos comentarios sobre la familia moderna. O no tan moderna. La cinta se desarrolla a mediados de los ochenta, y sigue la separación de los esposos Bernard (Jeff Daniels) y Joan (Laura Linney), y las reacciones de sus hijos Frank (Owen Kline) y Walt (Jesse Eisenberg), de 12 y 16 años aproximadamente. Para seguir conviviendo, los padres deciden compartir la custodia de los hijos pero, lejos de ayudar, eso sólo fragmenta más a la familia, que deberá encontrar una nueva dinámica para preservar sus lazos... si es que eso es posible.
Podría alegarse que la película sigue el punto de vista de los hijos, pues es a través de ellos cómo nos vamos enterando de la situación y de su posible origen. Pero creo que sería más preciso decir que el director Noah Baumbach quiso ofrecernos una visión más voyeurística del divorcio, con la dinámica cámara como mudo testigo de los eventos, sin ofrecer explicaciones fáciles y, más importante, sin juzgar a los participantes. Y vaya que habría motivos para juzgar. Desde la torcida sexualidad del pequeño Frank hasta la ambigua moralidad de la madre, todos tienen defectos que exacerban la situación y contribuyen a la disolución de la familia. Pero al omitir juicios éticos y lecciones moralistas el director nos presenta una mirada mucho más pura de la situación (aparentemente autobiográfica), que queda entonces abierta a la interpretación del espectador.
Es una pena que el bajo presupuesto de "Una historia de Brooklyn" haya limitado su difusión. Las actuaciones del elenco merecen aplauso universal, desde la siempre confiable Laura Linney hasta Jeff Daniels, usualmente relegado a papeles de bufón, pero que esta vez demuestra su notable rango dramático. Los actores jóvenes también sobresalen, particularmente Owen Kline (hijo de Kevin Kline y Phoebe Cates) y Anna Paquin como una audaz joven universitaria.
En un nivel, creo que el alejamiento emocional de "Una historia de Brooklyn" la hace demasiado fría y analítica; pero al mismo tiempo crea un ambiente mucho más interesante que nos permite examinar racionalmente la mecánica del divorcio y sus efectos. Más aún, el sutil humor de la cinta subraya el absurdo de ciertas situaciones y contribuye a evitar que la película se vuelva demasiado solemne, por no mencionar la omnipresente burla del mundillo intelectual literario
Entonces, gracias a su trama íntima y a sus emociones universales, queda por parte del espectador el establecer juicios y asignar culpas. Igual que en la vida real, las cosas rara vez son absolutas y esa ambigüedad es lo que le da nueva vida a "Una historia de Brooklyn", a pesar de que su historia no sea muy original. Sin embargo, es obvio que todo está en la narrativa, y en ese aspecto el director Noah Baumbach muestra notable talento, que junto a su perfecto elenco da como resultado una película de difícil clasificación pero muy fácil asimilación. La recomiendo con entusiasmo, pero advirtiendo que no se trata de un cansado drama diseñado para producir lágrimas, sino de una diestra deconstrucción de un fenómeno social cada vez más común... y quizás cada vez más válido.
Obra Maestra sencilla y excepcional
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